¿PLACER y DOLOR? Si que pueden ser AMIGOS
¿Por qué hay ciertos tipos de dolor que pueden dar placer a las personas?
Te damos las claves
Cuando te tatúas o te arrancas un pedacito molesto de piel que queda cerca de una uña… ¿cómo definirías este tipo de dolor?, ¿no se convierte en una sensación placentera cuando lo consigues? La respuesta es ¡Sí! Es mas, si no quito esa pequeñita piel no me quedo a gustx
Entonces…. ¿podemos encontrar placer cuando sentimos este tipo de dolor?.
La respuesta de nuevo…vuelve a ser ¡Sí! ¡Y nos encanta!
Casi todas las personas experimentan este tipo de sensaciones ante situaciones que pueden ser molestas, dolorosas… estos estímulos tienen la capacidad de provocarnos percepciones totalmente contrarias como el dolor y el placer… ¿qué opinas de ir al fisio y que realice algún método doloroso? ¿y de rascarte un mosquito hasta hacerte sangre?…pequeños placeres de la vida ¿verdad?
Si trasladamos estas sensaciones al plano sexual, obtenemos la razón principal de por qué hay personas que les gusta llevar a cabo prácticas sexuales dónde el dolor (un dolor soportable, controlado y consentido) es un componente de excitación importante.
Es por esto que existe el BDSM, una modalidad sexual donde encontramos:
Una práctica erótica mediante la que se obtiene placer a través del dolor, humillación o incomodidad voluntaria y pueden ser frenadas en cualquier momento.
Vamos a ponernos un poco técnicos para entender por qué el dolor nos puede producir placer.
¿Quién regula todo esto?, como no…
Nuestro cerebro.
Aquí encontraremos una respuesta.
Concretamente el causante se llama giro cingulado, proviene del latín “cinturón» (por lo visto a esta zona también le gusta el BDSM).
Esta parte del cerebro realiza una función esencial y es que conecta el sistema límbico y el neocortex. Las principales áreas donde se procesan la gran parte de nuestras emociones.
Esta parte responde tanto al dolor como al placer, por lo que cuando se activa, tiene la capacidad de producir ambas sensaciones a la vez.
Además se encarga de producir dopamina, un neurotransmisor que manda señales a nuestro cerebro para recompensar los estímulos de placer.
Traducido…. Cuando realizas alguna actividad que te despierta esta sensación y dices…
“¡Oh dios mio! ¡¡¡¡Síííííí!!!!”
Cuando esto lo trasladamos al plano sexual, e interactuamos con nuestra pareja y realizamos alguna actividad sexual de dolor placentero, entran en juego también las endorfinas, uno de sus efectos inhibir el dolor, diríamos que tienen como un efecto sedante.
Cuanto más potenciada se encuentra esta situación, mayor dolor soportaremos y más nos gustará, es decir, se retroalimentan y se estimulan cerebralmente.
Cuando le digas a tu pareja…
¡Sigue aprentando! ¡Siguee!.
Tu cerebro se encuentra repleto de dopamina y endorfina.
Debe quedar claro que lo más importante de todo esto es:
El consentimiento y la comunicación, con límites marcados antes de llevar a cabo la práctica y siempre modulando.
Nunca iremos a los extremos, empezaremos suavemente la estimulación corporal y calentando motores con un poquito de música de Marvin Gaye – Let’s get it on os ayudará a ello.
Gracias por visitarnos.
Esperamos que te haya sido de mucha utilidad.
Yo soy Ainhoa Martinez y estaré encantada de resolver tus dudas personalmente.
Te animo a que dejes un comentario.
¡Hasta pronto!
Y recuerda… ¡Estamos al otro lado!
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